El gerente de Orkli, Patxi Lopez, muestra un quemador. / MICHELENA
A veces, pocas por desgracia, la solución a un problema o a un desafÃo empresariales está cerca. Tan cerca como dentro de la propia casa. Es el caso de Ceramat, una pequeña cooperativa que nació impulsada por el sueño de dos ingenieras del Grupo Mondragón, que vieron la oportunidad antes, incluso, de que existiera en realidad. Aquella firma pasaba los dÃas desapercibida y sin tener las cosas claras hasta que Orkli se fijó en ella.
Parece complicado, pero no lo es. Ceramat, que en su dÃa era una compañÃa de origen alemán dedicada a los quemadores de altas prestaciones a partir de fibras de cerámica, estaba implantada en California. El empeño de sus fundadoras y la posibilidad de crear un nuevo negocio llevó a la Corporación, a través de la División de Componentes y del vehÃculo Mondragón Inversiones, a reunir el dinero suficiente para adquirir a los germanos la patente y un horno que aquellos tenÃan en el soleado estado norteamericano.
Se trajo todo el material a Asteasu, se incorporaron hasta ocho personas al proyecto y Ceramat siguió su camino, más bien renqueante. En el esfuerzo inversor original para adquirir la compañÃa germana estuvo en su dÃa la propia Orkli, y eso fue lo que, al final, le ha dado vida.
Según explica el gerente de la cooperativa de Ordizia, Patxi Lopez Urkiola, fue en el momento en que Orkli apostó por abordar el segmento de la combustión -dentro del mundo de los calentadores de agua- cuando 'sonó la flauta'.
Alguien se acordó de Ceramat, y ahà empezó todo. Okli absorbió a la primera (que fue liquidada) e integró a sus trabajadores. Se contrató también talento extranjero para darle forma al proyecto y se cambió el viejo horno por otro mucho más moderno (el que aparece en la foto aquà abajo).
A partir de ahÃ, se invirtió dinero y más dinero hasta que se dio con la fórmula. Parece que esos quemadores de fibra de cerámica aportan soluciones magnÃficas en cuanto a emisiones, ruidos, reparto del calor y otros condicionantes propios del negocio.
«El de las fibras de cerámica es un material 'berezi' (especial), que se hace en Japón y se teje después en Reino Unido para, ya aquÃ, en Ordizia, darle unos recubrimientos con carburo de silicio y unos tratamientos especiales», explica Patxi Lopez.
La otrora pequeña y deficitaria cooperativa factura ya 2,3 millones de euros al año y ofrece muy buenas perspectivas. «Nos hemos tirado dos años haciendo pruebas y más pruebas, pero lo hemos logrado; también nos ha ayudado el que la normativa es cada vez más restrictiva y nuestros quemadores son mucho más eficientes que otros que hay en el mercado; eso nos ha brindado una ventana de oportunidad», añade. El quemador de Orkli ya ha entrado en mercados de enormes dimensiones como son el japonés o el coreano. Este último consume 1,5 millones de calderas al año.